Apología del macho

En los últimos años, y con creciente fuerza, la opinión pública se ha visto estremecida por horrendos crímenes cometidos contra mujeres. Algunos de ellos, han implicado graves lesiones corporales, violaciones, mutilaciones físicas de una crueldad inimaginable y pérdidas de vidas. Otros, daños sicológicos profundos, heridas del alma difíciles de curar. Diferencias salariales y segregaciones laborales, que por años se tomaron como parte de una naturaleza social, aparecen hoy en día como inaceptables. Nada de esto es nuevo. Lo novedoso es que hay víctimas que no están dispuestas a dejarse acallar, mujeres que, a riesgo de sus vidas, sus trabajos y su honra, se atreven a denunciar estos crímenes y un sector cada vez más amplio de ciudadanos dispuestos a procesar y, si amerita, condenar a los criminales e impulsar un cambio histórico cultural que erradique estas prácticas de la sociedad contemporánea.

Más allá de esta potente y necesaria sublevación, hay ciertos fenómenos que, a nuestro parecer, mostrando, encubren. Uno, es el sensacionalismo, de índole farandulesco o intelectual, que pretendidamente cercano a las víctimas, oculta, tras la pantalla de la fama y la consigna, los abusos que día a día, en cada hogar, en cada oficina, en cada fábrica, en cada barrio, se siguen cometiendo en contra de mujeres que no tienen el acceso a los medios de comunicación, sino cuando son víctimas en el sustrato espectacular —de espectáculo, de lo que se especta, de lo que se mira inquisitorial y, a veces, morbosamente— de la crónica roja. Modificar esta cultura requiere de un enorme esfuerzo, que cambie desde las costumbres diarias hasta lo más profundo de nuestras almas.

El otro, es el hecho social de una enorme mayoría de hombres que no son acosadores, que no son violadores, que no son abusadores y que trabajan duramente y codo a codo con sus parejas para sostener un hogar, educar hijos, muchas veces proteger a sus mayores y construir el amor, tan difícil en estos tiempos de cólera. Estos hombres luchan día a día con una herencia social consuetudinaria, marcada a fuego desde la más tierna infancia. Desde el camión y la muñeca. Por eso, feministas, no escriban: “Fuera los machos”; escriban: “Dentro los machos”, porque más allá de sexo y género, palpitantes de humanidad, nos necesitamos en el amor, como la especie en peligro de extinción que somos.

A 50 años de la Autonomía de la Universidad Austral de Chile

Con fecha 3 de junio del año 1968, fue promulgada la Ley de la República que le otorgó la ansiada autonomía a la Universidad Austral de Chile. Catorce años después de creada la Corporación, se producía esta suerte de segunda fundación a partir de un reconocimiento que más allá de lo formal, daba cuenta del cumplimiento de una mayoría de edad de la Universidad conforme a los exigentes estándares que en la época eran requeridos. En efecto, la separación definitiva en los hechos y el derecho de la tutela de la Universidad de Chile, daba una potente señal al país y en particular al sur austral de Chile, en el sentido de contar con la existencia de una casa de estudios superiores plenamente independiente para crear sus propias carreras y planes de estudios, además de la natural autonomía en materia de gestión interna, bajo la sola limitación de los marcos jurídicos regulatorios establecidos para la educación universitaria de esa época.

Pocos días antes de la promulgación de la ley de autonomía referida, en una solemne ceremonia llevada a cabo el 31 de mayo de 1968 en el Cine Club Universitario del Campus Isla Teja, el Presidente de la República, don Eduardo Frei Montalva, firmaba el documento que viabilizaba esta decisión a partir de la aprobación que el H. Congreso Nacional había otorgado pocos meses antes del mismo año.

En el escenario internacional, hacia mayo de 1968 importantes expresiones de protestas estudiantiles en demanda de reformas se daban en Francia y demás países europeos, fenómeno que tenía su propia ruta equivalente en América Latina y otras partes del mundo. Chile no se quedaba atrás y era testigo de demandas similares que venían exigiendo cambios políticos y sociales, en donde las modificaciones al sistema universitario no estaban ausentes. Se percibía un mundo convulsionado en donde las generaciones emergentes reclamaban un espacio en la toma de decisiones.

Es un aniversario que se conmemora con orgullo y, además, con un legítimo y profundo sentido de identidad regional. Es el momento de reflexionar en torno al compromiso que la Corporación ha tenido con la historia de la zona sur – austral del país durante casi 64 años y muy particularmente, respecto de los enormes desafíos que el futuro le depara.

Promover el juego en niños, niñas y jóvenes

De acuerdo con el Reporte Global de Notas de Actividad Física Infantil, que comparó resultados en 38 países durante 2016, los niños, niñas y adolescentes chilenos son quienes menos deporte y actividad física realizan. Estos datos se suman a otros ampliamente conocidos, relacionados con el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad, y dan cuenta del gran desafío que tenemos en el país para estimular la actividad física, el deporte y la recreación activa.

Comprometidos con este desafío, en la Universidad Austral de Chile, a través de la Escuela de Pedagogía en Educación Física, Deportes y Recreación, en convenio con el Ministerio de Educación, realizamos un proyecto de intervención en establecimientos educacionales de las regiones de Los Ríos, Los Lagos y Aysén, para desarrollar las capacidades de juego y de vida activa en niños, niñas y jóvenes, en un ambiente de inclusión y de participación activa y comprometida con el propio quehacer de cada establecimiento escolar.

Estamos trabajando con 93 colegios de las tres regiones, donde llegamos con talleres deportivos, recreativos y expresivos a más de siete mil estudiantes. Estos talleres se organizan conforme a los intereses y motivaciones de los diferentes establecimientos educacionales, cuyos cuerpos directivos y docentes se encuentran altamente comprometidos en estimular el desarrollo de la vida activa de sus estudiantes, cumpliendo un rol fundamental para el éxito del programa.

Para su realización, desde la Universidad Austral de Chile tendemos lazos con los establecimientos participantes, apoyando con capacitaciones y charlas, en cada una de las regiones, donde participan los profesores y profesoras que ejecutan los talleres. Además, en aquellos establecimientos que lo necesitan, disponemos de estudiantes en práctica o de egresados de la carrera de Educación Física, Deportes y Recreación para contribuir al desarrollo del programa.

No sólo se trata de promover la vida activa, sino de valorar el juego como un fenómeno vital para el aprendizaje, el desarrollo de la autoestima y las relaciones humanas. Además, buscamos impulsar el juego en directa relación con el entorno de los niños, niñas y jóvenes participantes del proyecto, valorando el medio ambiente como condición y factor protector del buen vivir.