Este lunes 17 de mayo se conmemora un nuevo Día Internacional contra la homofobia, transfobia y bifobia. Establecido a partir de 2005, esta instancia nace como recordatorio de la decisión por parte de la Organización Mundial de Salud (OMS) que dejó de considerar a la homosexualidad como una afección mental según la Clasificación Internacional de Enfermedades en 1990. En la medida que el mundo ha transitado a una apertura y visibilización paulatina de las diferencias, las diversidades y disidencias sexuales han resignificado esta fecha como una instancia de denuncia y movilización en aquellas materias que siguen pendientes.
Más allá del binarismo entendido bajo lógicas culturales de carácter patriarcal y heteronormadas, esta conmemoración impulsa a visibilizar y potenciar la responsabilidad política y ciudadana para reconocer posicionamientos que sobrepasan las fronteras del sexo, género e identidades hegemónicas. Si bien durante las últimas décadas hemos vislumbrado una apertura en torno a estas temáticas, aún no es suficiente, y al fragor del debate constituyente en Chile, es prioritario reconocer derechos efectivos, vinculantes y universales para todas, todes y todos. Es una tarea pendiente como sociedad, dado que todavía muchas voces están silentes, en la medida que la discriminación y sanción social a la diferencia, continúan operando en distintos escenarios.
Es importante reconocer que las normativas, leyes y reglamentaciones son necesarias y urgentes, pero no suficientes por sí solas. Los distintos colectivos sociales debemos dialogar en torno a las posibilidades y urgencias de construir marcos sociopolíticos y culturales que reconozcan, visibilicen y promuevan derechos, libertades y oportunidades en todos los espacios posibles. A pesar de los avances legales y la aparente apertura cultural, aun la realidad nos golpea y estremece, con ataques y crímenes de odio, que inclusive han aumentado durante los últimos años, evidenciando las contradicciones y necesaria interseccionalidad para afrontar las caminos y potenciales salidas.
Todo lo expresado anteriormente, debe interpelarnos directamente como universidades y centros educativos en general. En un marco de profundas transformaciones sociales y políticas, como espacios de formación debemos recoger ese guante, y avanzar en la visibilización, involucramiento y construcción de dinámicas institucionales y relacionales que propicien ambientes de respeto, pluralidad y reconocimiento legítimo de las diferencias, promoviendo una educación basada en Derechos Humanos.
En este día, un reconocimiento a todas, todes y todos quienes promueven, dinamizan y luchan en pro de la diversidad. Hoy más que nunca, nuestra voz es necesaria.