Entre el lunes 11 y el lunes 25 de marzo se llevará a cabo la primera versión de Coloquio Franco-Latinoamericano “¿Renacimiento de las Humanidades o Cenotafio del Humanismo? Las resistencias de las humanidades en el siglo XXI” (Historia, Filosofía, Política, Cultura), que se desarrollará en Montevideo, Buenos Aires, Santiago, Valparaíso, Valdivia y Osorno.
La Universidad Austral de Chile será la sede de la jornada del día viernes 22 de marzo, en la cual se destaca la participación del Dr. Patrice Vermeren de la Universidad Paris 8 Vincennes – Saint-Denis, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Chile y el Dr. Horacio González de la Universidad de Buenos Aires, Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de la Plata. Dicha sesión es organizada por el Instituto de Filosofía y patrocinada por la Facultad de Filosofía y Humanidades y la Escuela de Graduados de la Universidad Austral de Chile.
Vale mencionar que, este primer coloquio es posible gracias al Doctorado en Estudios Interdisciplinarios sobre pensamiento cultura y sociedad de la Universidad de Valparaíso, el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y el Centro de Estudios del Pensamiento Latinoamericano (CEPLA) de la Universidad de Playa Ancha, quien han coordinado la organización de las distintas sesiones.
Argumento del Coloquio
(Texto del Dr. Patrice Vermeren)
¿Por qué nuevamente sostener una discusión por el lugar de la humanidad en un siglo que aventura sistemáticamente formulaciones dirigidas a su respeto y defensa? ¿Por qué nuevamente situarla como un topos de interrogación? Junto a la preocupación de los gobiernos democráticos por dar cumplimiento a las garantías que supone la existencia de la humanidad, el tiempo presente nos instruye igualmente respecto de la marcada presencia de diversas figuras de (des) humanización. La educación misma parece verse afectada por la desaparición de las “humanidades” en la formación de las nuevas generaciones de ciudadanos.
De un cierto modo, la cuestión de la Humanidad sería entonces un asunto inactual, es decir intempestivo. Cabría notar en este sentido, que ser intempestivo desde Nietzsche y Françoise Proust, no consiste en pensar y actuar en contra del tiempo presente, sino a la inversa, a contrapelo, sellando otra forma de pensar. Lo anterior signa de algún modo la (in)actualidad del presente. Es lo que Walter Benjamín traduciría como el porvenir, que es a la vez lo que el pasado llama y lo que llama al pasado. Lo intempestivo no es ni una tarea, ni una obligación, sino una propiedad a tomar en cuenta para pensar el tiempo presente, sus imaginarios, sus relatos de mundo, sus acciones de fabricación diversa.
La idea de humanidad continúa transitando por dominios que destierran su ideal más esencial -como es aquel de dar cabida a la idea de hombre-, aun si este fuese el de un horizonte jamás cumplido. Este horizonte inacabado cuestiona al mismo tiempo la figuración en el presente de un proyecto civilizatorio, aun si él es anunciado sistemáticamente por medio del progreso científico-técnico. Este cuestionamiento se extiende indudablemente a los diversos modos neoliberales de concebir una idea de democracia, y al lazo que esta podría expresar con la existencia de un proyecto civilizatorio. Pero un cuestionamiento sobre la humanidad no podría olvidar la situación histórica de la mujer, su “exilio” de los problemas de la ciudad, su manera de afrontar la constitución del espacio público. Esta (in) actualidad del presente que transita por estas fulguraciones, haciéndose presente en la declinación de las referencias simbólicas brindadas para pensar el habitar político y colectivo del hombre, nos conmina a situar nuevamente una interrogación por los sentidos de la humanidad. ¿Existe ella aun? ¿Cuáles son sus condiciones de existencia? Podría decirse que la humanidad no existe “allí donde ella existe”, porque antes de la experiencia de la historia y de los sistemas económicos, la idea de la justicia y del derecho que ella persigue como un ideal preconcebido, de una forma de civilización, no se produce por medio de la simple transformación mecánica de los modos de producción, sino bajo la influencia oscura o claramente sentida de ese ideal. Ideal perdido de paz y de felicidad, de igualdad y de fraternidad, que es reminiscencia del mito de la edad de oro, de Platón, de Tomás Moro y de Campanella, y de todas las religiones”.
Programa Coloquio Humanidades UACH