“Introspección y consuelo son peldaños del mismo camino. No importa si las letras, la pintura, la música o la danza tienen la posibilidad o no de impedir el suicidio, de retardar o no la llegada de la muerte o de aminorar o no el peso de la enfermedad. Lo que importa, lo que realmente importa, es el juego y el valor que le da quien las usa para aprehender su momento de vida, para entender lo que significa vivir enfermo, para impedir que la muerte triunfe sin que la vida se oponga, sin que la Tierra se inmute.”(Arnoldo Krauss).
Ventanas empañadas invita a mirar el borroso paisaje que la enfermedad pone ante nuestros ojos, para contemplar, sin ambages, el curso de la fragilidad de las cosas y preguntarnos qué significa escribir, qué significa vivir, qué matrimonio implacable es el del alma con el cuerpo, qué decir cuando ya no quedan palabras para el dolor, para el existir y su negación. Un borroso paisaje exterior que ilumina, sin embargo, el paisaje interior haciendo evidente nuestra oscura ignorancia sobre los misterios inescrutables de la vida.